lunes, 22 de septiembre de 2014

Un recuerdo especial...


En mis épocas de adolescente, escribía mucho más de lo que hablaba... escribía, escribía, escribía... tanto escribía, que una docente de narración oral, Leonor Arditti, me aconsejó hacer un taller de escritura... ¿pero con quién?... mejor no, pensé... Ella también pensó, y me dió un nombre: Eduardo Dayán, su amigo, el escritor. Le escribí, y él me respondió... Yo no sabía qué hacer ni qué decir, sólo escribía... él me citó en un bar: "Renacer", en Almagro. Fuí. Me senté con mis escritos, ví llegar unos minutos luego a un hombre sonriente, que preguntaba por mí.- El, hablaba y hablaba y hablaba... hasta que me dijo "¿es verdad, che, lo que me dijeron de vos? ¿es verdad que te pasás la vida escribiendo?... Creo que asentí con la cabeza, más avergonzada que orgullosa... y él pidió mis escritos, y se los pasé... se entusiasmó mucho con un cuento, avanzaba con grandes elogios hasta que al llegar al final dijo "nooo, no podés terminarlo así, venías tan bien", entonces tomó un lápiz y dijo "mirá Ivanna, voy a mostrarte algunas cosas, sólo algunas cosas", y allí empezó a tachar palabras, adjetivos, frases de más y mostrarme algunos vicios innecesarios... tachaba y tachaba y tachaba... a partir de allí lo apodé "Eduardo Tachán" y él lo supo... fueron unas horas en las que me enseñó generosamente, mientras, más generosamente aún, me leía... no sé si él supo la dimensión que ese gesto cobraba para mí... tal vez no, no supe decírselo...

Nos escribimos por mucho tiempo... y a veces pienso cuanto me gustaría que estuviera aquí, para decirle cuán agradecida me siento, y cuánto lo recuerdo siempre...  para hacerle saber que efectivamente aquel día en que me senté con él y mis palabras que se disponía a leer, algo "renacía" en mí... y viviría por siempre, y es esto, este agardecimiento que no sé muy bien como expresar, tal vez porque si ahora estuviera aquí, quisiera hablarle, decirle con palabras esto que escribiendo no me sale...
Pero él no está (y está sin embargo), y quedan sus palabras como innegable legado.- 
Nos queda su compromiso puesto en cada obra que nos ha dejado... auténtico, sensible, comprometido, apasionado, eternamente joven, generoso, "enamorado de las palabras" como él mismo supo definirse...

Aquí, Ivanna, aquella que en tono de burla a mis insólitas definiciones señalaste hasta el último de tus días como "única e irrepetible", quiere dejarte hoy este agradecimiento y este recuerdo... y decirte: "Hasta siempre maestro Tachán"...



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